Yo, hoy, me acuerdo de ti.
Este año estoy condenada a acordarme de ti, abuelita Carlota. Hay un aura de complot sobre los acontecimientos que me rodean que han hecho, durante los últimos meses, que no pueda sacarte de mi cabeza. "Hiroshima mon amour" tiene una proporción de culpa suficientemente alta que hace que, cada miércoles, te recuerde cuando digo - em tallen el cabell al zero, amb molt de compte, creuen que és el seu deure rapar bé a les dones...- La coincidencia, totalmente casual y sin premeditación, de los últimos libros que han pasado por mi mesilla, Dime quién soy; Cuando leas esta carta y El jardín olvidado, el afán de sus protagonistas por buscar información sobre la vida de sus antepasados y la ambientación en la guerra civil han hecho el resto. Y hoy, de nuevo, me acuerdo de ti.
"...Hortensia tenía nueve años cuando en 1945 detuvieron a su tía Diana Mingorance Pérez, militante del Partido Comunista, entonces en clandestinidad, y a su amiga Carlota Samos, una modista comprometida también con los valores republicanos que bordó, al igual que hiciera Mariana Pineda, varias banderas tricolor con crespones negros que fueron instaladas un 14 de abril en distintos puntos estratégicos de la ciudad.
Aquel atrevimientos les costó a ambas mujeres, entonces en plena juventud, una condena de tres años de cárcel, que cumplieron en la antigua prisión de Granada, según rememora Hortensia. "Mi tía no quería que saliera el nombre de Carlota; ella era una mujer que simpatizaba con la izquierda pero no pertenecía al PCE. Al final alguien la delató".
Tras la detención (...) fue trasladada al cuartelillo de la Guardia Civil del Albaicín, donde fue sometida a tortura por parte de los agentes del régimen al igual que le sucedería a Carlota, de cuyas heridas tardó en restablecerse dos meses.
(...) Carlota, en cambio, murió hace años aunque su recuerdo permanece imborrable en la memoria de Hortensia". Y en la mía
Te cuento, abuelita, que aquí las cosas se están poniendo feas, o eso dicen.
Te cuento también que ahora está todo un poco cambiado; mientras tú luchabas por tus derechos colgando banderas en la clandestinidad, nosotros nos reímos 2.0 porque el fantasma de la República le ha puesto hoy la zancadilla al rey mientras cazaba en Botsuana. A la gente se le da genial el sarcasmo.Tú te estarías riendo con tu media sonrisa sarcástica también. Nosotros nos reímos 2.0 porque así aún nos dejan, aunque no sabemos hasta cuando.
A la calle salimos a protestar, pero sólo a veces y tampoco tenemos muy claro si podremos seguir haciéndolo. ¿Te acuerdas de esos que os pegaban si salíais a la calle a quejaros? Sí, a esos también los tenemos, eso no ha cambiado.
Las mujeres siguen teniendo derecho a voto. Y siguen estando obligadas a ser madres si se quedan embarazadas, o casi. Creíamos que íbamos ganando derechos, pero pronto tendremos que irnos a abortar a Inglaterra, abuelita, igual que antes.
No tenemos dinero, la gente no tiene trabajo, las familias pierden sus casas y los jóvenes no tenemos futuro, pero le seguimos pagando las excursiones al Rey a la selva. Hoy, además, le hemos regalado una cadera nueva, que la suya se había roto.
Pero nos creemos muy modernos, abuelita, y eso es lo importante.
Y yo hoy, me acuerdo de ti. Y, como todo ha cambiado, te lo digo 2.0.